Comentarios a la obra “Los Siete Saberes necesarios
para la Educación del futuro” de Edgar Morín, en relación con:
Los
siete capítulos de la obra de Edgar Morín se proponen como un camino hacia la
función última de la educación entendida como un proceso de descubrimiento de
la esencia del ser humano. La visión integral que se desarrolla en cada uno de
sus postulados, invita a la reflexión sobre los pilares en los que se sostiene
el rol de la educación y la posición de ésta dentro de la sociedad contemporánea
donde principios de convivencia deben abordarse con un sentido dialógico y
argumentativo.
“Los
Siete Saberes necesarios para la Educación del futuro” nos conduce, paso a
paso, por el tránsito que cada integrante y agente activo en la educación debe
hacer frente para alcanzar el sentido último de la misma. De este modo,
comenzar derribando las ideas arraigadas en nuestra comprensión de las cosas,
para dar cabida al cuestionamiento intrínseco en el ser humano, es el inicio
para todo proceso de aprendizaje y desarrollo personal.
La
concepción primitiva de la razón ha
pretendido, como bien dice Morín cuando menciona “racionalización”, elaborar un
sistema lógico cerrado, aparentemente autosuficiente, mantiene una dicotomía
artificial, desechando el significativo componente emocional que también nos
conforma. Indudablemente este principio se constituye como la primera barrera a
derribar en el educador, en cuanto implica fortalecer la mirada crítica
respecto de los conocimientos que transmite, como de las metodologías que
aplica.
La
racionalidad propia de los procesos pedagógicos que se emprenden, debe ser,
como señala el autor, abierta. Consciente de su falibilidad, el quehacer
docente debe reinventarse según las necesidades propias del contexto,
caracterizado en la actualidad por ser dinámico y variable. Permitir que las
certezas que determinan nuestro actuar se enfrenten a cuestionamiento por parte
de ideas divergentes, es una condición ineludible en el docente.
De
este modo, se alcanzará un aprendizaje contextualizado que permita involucrarse
en los cambios sociales como agente activo del mismo, consciente de los
procesos que demandan de sí y comprometido con su circunstancia, en pos de la
eficacia del proceso pedagógico.
Integrar el contexto, lo global, lo multidimensional y lo complejo, es
el desafío que debemos enfrentar como formadores, en la medida que conducimos a
los educandos hacia la “inteligencia general”.
Asimismo,
el desarrollo de las habilidades para resolver problemas en los estudiantes,
dice relación con el conocimiento global que estos tienen de la situación, con
el conocimiento de las características del propio contexto, para así generar un
comportamiento ético en dichas competencias. Sin embargo, este imperativo no es
exclusivo para la formación de personas, sino que también es compartido por la
institución misma, surgiendo como una necesidad fundamental.
Si
bien, este aspecto puede comprenderse como una barrera en cuanto a la necesidad
de involucrarse con este contexto por medio de redes de colaboración con
diversas comunidades, resulta en mayor medida un desafío para las instituciones
en cuanto les exige establecer estas redes con otras que abordan, desde
diversas áreas, necesidades afines. El trabajo colaborativo entre instituciones
es un desafío a abordar en los próximos años.
Establecer
redes de comunicación con los establecimientos de la comunidad resulta fundamental,
de hecho, las corporaciones municipales desarrollan un trabajo en esta línea,
por otra parte, los directores de establecimientos FIDE se reúnen
periódicamente con el fin de coordinar acciones y potenciar el desarrollo de
actividades, etc.
Sin
embargo, la generación de redes no concluye ahí, es menester establecer
vínculos colaborativos con diversos actores dentro de la comunidad según las
características del establecimiento y las necesidades que efectivamente este posea. Seguridad, financiamiento,
difusión, etc. pueden ser algunas de estas áreas donde los vínculos deben sostenerse.
Desde
otra perspectiva, el desafío que atañe a los liderazgos educativos dice
relación con la transgresión del concepto estático de racionalidad ya señalado,
en pos de una organización que extienda la concepción de sí, reconociendo, como
señala el autor, que el todo es más que la suma de sus partes. Una visión
global de sí misma; del mismo modo, como se comprende el concepto de
aprendizaje actualmente, en donde la falsa racionalidad coarta la complejidad
de dicho proceso.
Ahora
bien, lograr este cambio en la percepción de sí por parte de la comunidad,
implica una visión antropológica que considere, a su vez, la complejidad misma
del ser humano, como sostiene Morín “de la condición común a todos (…) como
ciudadanos de la tierra”. Comprender de esta forma al ser humano, exige el
desarrollo de aptitudes en el educador que, ciertamente, pueden surgir como una
barrera a superar, puesto que en la práctica docente ha perdurado la visión
lineal de la razón, ejemplificada en la focalización en la disciplina.
La
tensión entre barreras y desafíos concluye en la obra al desarrollar la
relación que debe existir en el proceso de formación de los estudiantes. Asumir
que el rol de colegio es formar seres humanos capaces de intervenir constructivamente
en la sociedad, de participar democráticamente en los procesos dialógicos; en
definitiva, de convertirlos en agentes de transformación de su propia realidad,
debe ser la línea que trace el quehacer en todas sus dimensiones.
Para
ello, nuestra sociedad, debe comenzar por reflexionar las preguntas
fundamentales que aparecen en el contexto de la educación escolar. Para luego diseñar
estrategias claras en función de los acuerdos que se establezcan y generar
instancias permanentes de reunión en donde estas estrategias se evalúen para su
continuidad o modificación.
Consensuar
horizontes que conduzcan las bases curriculares, las orientaciones pedagógicas,
las características de las evaluaciones o la participación en aquellas que con
modelos estandarizados miden el desarrollo de los educandos, la práctica
docente, etc. deben ser los focos de atención en cuanto factores decisivos de
la formación escolar.
Pero
por sobre todo, la consideración del estudiante como un ser humano, que desde
la complejidad de su condición se construye a sí mismo en la relación con los
otros.
Exelente su pagina compañeros hay mucha informacion util los felicito no se porque no puedo comentar con mi nombre su colega Daniel Paves
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