La investigación titulada “La Cuarta Vía de
liderazgo y cambio en América Latina: perspectivas en Chile, Colombia y Brasil”
realizada por Shirley, D. Fernández, M. B. Ossa, M. Berger, A. y Borba, G. nos sitúa
frente a un panorama social, cultural, político y económico complejo, sometido
a diversos elementos que modifican la realidad en donde se desenvuelven. Junto
con esto, el marco de cambio educacional actual, propone una serie de desafíos
a las comunidades educativas en cuanto deben alcanzar niveles de
profesionalismo que orienten su quehacer.
En este sentido, las comunidades escolares
latinoamericanas se enfrentan a dilemas o tensiones que, superándolas o no,
determinarían sus procesos de maduración y consecuente desempeño. En el
apartado Posibilidades de la Cuarta Vía
para Chile, los autores exponen preguntas específicas que señalan esta
tensión. A continuación se presentan estas inquietudes y se exponen las
reflexiones y/o comentarios que nos merecen.
¿Puede Chile desarrollar un espacio público para
redefinir su sistema educacional para que sea más inclusivo socialmente? –
Cultura de Inclusión
La pregunta por el espacio público alude,
indudablemente, al panorama cultural, o las ideas socialmente asumidas,
respecto de alguna temática. En este caso, esa idea, o cultura, hace referencia
a la definición de un sistema educacional que sea capaz de asumir la inclusión.
La dimensión aludida, respecto de las definiciones de sistema, establece
relación con políticas de estado, reformas educativas –políticas en el fondo-
que orienten el quehacer específico de la educación en el país. Sabemos
bastante, cuánta distancia existe entre el clamor popular y las esferas
legislativas (aún con las recientes inclusiones en la cámara de diputados de ex
dirigentes estudiantiles). Finalmente, desde esta primera aproximación a la
pregunta, nos enfrentamos el dilema, al igual que el “espacio público”, también
cultural, de la inclusión. Si la
sociedad contemporánea se ve enfrentada a desafíos, uno de los más complejos es
este.
Entonces, nos damos cuenta de que la pregunta
nos enfrenta a un doble dilema cultural en relación con definiciones políticas
y/o legales.
Quepa, quizás, la pregunta de vuelta ¿Podemos
generar políticas para modificar culturas? Muy probablemente, la relación sea
inversa; es decir, ¿Podemos modificar nuestra cultura para así, generar nuevas
políticas?
Los desafíos se asumen en diversos niveles,
los cambios culturales amplían el marco de referencia; con amplios campos de
acción, la regulación legal o política es imperiosa.
Con todo, incluir es nuestro primer desafío.
¿Está el sistema político abierto y es capaz
de iniciar cambios en las formas de participación de estudiantes y padres en la
reforma educacional? – Leyes de participación
La apertura de los sistemas políticos, o la
pregunta por dicha apertura, reproduce una aparente aporía. ¿Son los sistemas
políticos, realmente sistemas políticos abiertos o cerrados? Lejos de todo
idealismo, la configuración política en nuestras sociedades, cada vez más
demandantes de participación, no encierran en sí mismas, en su esencia,
dispositivos de exclusión o discriminación.
Eventualmente, cualquier ciudadano con un
mínimo de condiciones, puede ser representante de una colectividad, entiéndase,
estudiantes y apoderados inclusive. Por otra parte, la movilización social,
como práctica democrática válida para la ciudadanía, es otro medio de
participación.
Ahora bien, claramente, la burocracia de
estas instituciones, o marcos regulatorios anti democráticos (generados en
períodos donde la democracia no existía), mantienen prácticas alejadas de las
necesidades básicas o elementales.
Sin embargo, hemos podido apreciar cómo, aún
con estas trabas, como ya señalamos anteriormente, actores sociales, cercanos a
confederaciones, comunidades, organizaciones sociales u otro, se han instalado
en instancias formales de discusión legislativa.
¿Es esta una señal de que padres y
estudiantes pueden participar de dichos cambios? Evidentemente sí; es, eso sí,
la dimensión de su impacto, aún una tarea pendiente.
¿Puede el sistema educacional explorar una
profunda y amplia redefinición del aprendizaje y la enseñanza desde enfoques
estandarizados hacia procesos más respetuosos y conscientes basados en la
dignidad mutua de profesores y estudiantes? – Currículo para la vida
Sin lugar a dudas, una de las tensiones más
complejas de distender es la que se produce entre los enfoques estandarizados
en la educación y los procesos integrales de formación y desarrollo del ser
humano.
Puede ser fácilmente un consenso entre los
formadores, entiéndase docentes, la convicción de que todo proceso pedagógico
vivido al interior de una comunidad de aprendizaje debe ser contextualizado a
los intereses, conocimientos previos y proyecciones de sus estudiantes;
bastante teoría existe, además, respecto del rol que aquel docente cumple
dentro de las escuelas y cómo, finalmente, la dinámica que se produce al
interior de estas comunidades determina profundamente el desarrollo de las y
los estudiantes, mucho más que las leyes promulgadas.
¿Se debe desatar al sector privado sin
limitaciones en búsqueda de lucro, o puede Chile desarrollar una colaboración
más mutuamente beneficiosa entre las empresas y el sector social? – Desarrollo
colaborativo
La tensión entre el lucro y
derecho de educación, es ineludible. Las manifestaciones sociales que
evidencian este conflicto hace cinco años aproximadamente, han puesto el tema
sobre la palestra.
La pregunta propuesta por los
autores, concilia desde su formulación, el conflicto. Establece,
implícitamente, una relación de beneficios entre sectores privados, que eventualmente
lucran, y sectores sociales, promotores de los derechos lejos del lucro.
Si aceptamos lo que la pregunta
deja entrever, evidentemente la relación debe ser colaborativa; en último
término, sea la colaboración entre sectores privados y sociales, o entre
sectores sociales y gubernamentales, u otro, el principio de colaboración
siempre traerá réditos.
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